| Vi un rostro pequeño aparecer y desaparecer entre la gente. Podía ser una publicidad de alimentos infantiles o un cartel de multitienda: tenía esos mismos ojos expresivos. Asomándose detras de un kiosko aparecía como una portada de revista para padres. Pero no estaba en revistas ni publicidad. Se refugiaba tras el kiosco a la misma hora en que otros niños cenaban y dormían. Al darle unas monedas me respondió con la sonrisa más hermosa que había visto. Y aún me pregunto por qué una luz tan hermosa no estaba iluminando a esa hora un hogar. |
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