A mover el... raton

jueves, julio 01, 2004

El prejuicio nuestro de cada día.

Hoy discutí con mis compa's del trabajo. Alguien dijo "en tal sector son unos ordinarios, los peatones se cruzan a los autos", yo repliqué que de tantas veces que pasaba por ahí nunca me habia pasado eso, y quizás tenía que ver la "actitud" con la que uno va al volante. Bastó esa pequeña palabra: "actitud" y ardió Troya... y reconozco que lancé la chispa.

A propósito de prejuicios (de veras que esa era el título de este post) recuerdo la película "Río Místico" (no es de mi muy particular gusto, los personajes muy caricaturizados: familias modestas de un pueblo chico yanqui), de la que rescato (ADVERTENCIA: SPOILER!) su lección acerca de los prejuicios.

Yo rescato mi lección: Discutir sirve para salir del atoro que causan 2 personas conversando prejuiciosamente como cuicos paranoicos (¡caspitas! también salen relucir mis prejuicios) en el lugar de trabajo mientras una trata de concentrarse en su tarea, pero no sirve para mantener "la armonia y salud del ambiente organizacional" (me suena a título de estudio para el MOP). No sirve para crecer, ni enseñar, pues hay ambientes y situaciones (y tambien personas) que simplemente no (se) dan para eso. Y bueno... ya que no gano nada más que un desahogo y no aprendo ni enseño ni crezco ni hago crecer, me alivia que el incendio de Troya se haya apagado. Me concentro en mi tarea... y a trabajar se ha dicho.